No caigamos en la trampa. No vivamos esperando a que ocurra eso que tanto tememos... Lo peor que puede pasarnos es que pasemos la vida esperando eso que tanto miedo nos causa.

Cuando llegue algo que nos asusta ya reaccionaremos, por el momento es inútil sumar sufrimiento... de esa manera lo peor ya habría llegado... ¿o queremos vivir en una esquina de la vida?

Mis cachabas

Lo mismo me ocurre cuando saboreo algún plato o cuando descubro un rincón del mundo de esos que te dejan sin palabras... si no lo comparto, me sabe a poco.

Una noticia, una ilusión... se intensifica cuando alguien es cómplice de ello.

Todo es más jugoso con compañía, como si ese bastón te hiciera el camino más fácil... sumando encanto a los días.

Raíces

Era tema de conversación en una tarde de paseo por los caminos racheles...

Antaño en el campo había vida.

Se mezclaban las duras jornadas de trabajo con las conversaciones vecinales.

En los fardeles no faltaban alimentos que allí, y sólo allí, sabían de verdad. La bota de vino refrescaba esos cuerpos que luchaban contra las condiciones climáticas del momento, refrescándoles o animándoles a seguir.

Un colorido social.

Duele oír cómo desprestigiamos la vida de nuestros abuelos... esa que hizo posible que seamos quienes somos.

Me encandila escuchar a quiénes pertenecen y pertenecieron tales o cuales tierras, sorprendiéndome porque era allí, en los paisajes de postal, donde se pasaban los días.

Retales del campo... conversaciones en los campos de cereal.

Aromas de tierra y de días de verdad.

Ahora las vides luchan por sobrevivir en un mundo donde apenas un puñao piensan en ellas al hablar del vino.

Entre pucheros.

Mmmm, no puedo evitarlo. Creo que lo hago casi inconscientemente. Cazuela que veo, cazuela que destapo.

En algunas ocasiones recibo broncas... "puedes estropear el ritmo de cocción, ten paciencia".

Precisamente eso es lo que me falta. Quiero olerlo, quiero verlo, y tiene que ser ya.

La impaciencia por descubrir los aromas que esconden cada uno de los pucheros de la vida.... siempre me persigue. Aunque es cierto que eso puede cambiar el ritmo de las cosas.

Curiosear, descubrir. Ya. Husmear, conocer. Impaciente y con prisa.

Aunque la espera sume gracia a lo que se está cocinando.

Soy de las que se queman el hocico.

Demasiadas ganas de saborear como para mantenerme en espera.

Nuestro cuerpo dice más de la cultura que muchas de las palabras que puedan salir por nuestra boca. Estamos muy pendientes de lo que podemos decir y quizás olvidamos todo lo que transmitimos con nuestro cuerpo. Somos cultura, cada ápice de nuestro cuerpo y nuestros movimientos rezuma cultura. Las pinturas que usamos para adornar nuestro cuerpo, los gestos, las formas de hablar o de no hacerlo, los silencios, las miradas… etc. El cuerpo es el instrumento más natural del hombre (Mauss, 1971)

¿Crisis = oportunidad + peligro?

No es nuevo oír que las crisis, en otro idioma, se traducen como oportunidades. Aprovechemos los baches y las zancadillas de la vida para sacar lo mejor de nosotros.

En la radio oía que en varias compañías de teatro se están reutilizando los trajes, permitiendo la época de carestía que afloren ideas. Quizás el no tener los atuendos adecuados permite que demos un colorido a la obra… que de otra forma no hubiera sido posible.
Aprovechar los giros como hacen en determinado gimnasio de Nueva York donde los pedaleos de las bicicletas generan la energía necesaria para la luz del mismo.
Dicen que todas las fuerzas que tenemos, escondidas en algún lugar, son puestas en marcha cuando nos vemos en peligro.

Hagamos que lo digan con razón.

El hueco entre dos líneas

Una de las cosas más útiles que nos enseñan es leer. Quien más y quien menos recordamos esa vieja sonorota: la "m" con la "a"... "ma"...

Muchos libros leídos y años después descubro que se les olvidó algo decisivo... todo aquello que realmente nos atañe se escribe entrelíneas.

En los periódicos hay que hacer un esfuerzo por leer lo que se intuye... y no sólo existen periódicos de papel... En las palabras de quienes nos rodean debemos desentrañar el mensaje oculto.

Letras que dicen más de lo que parece... letras disfrazadas.

Lenguaje utilizado para sugerir, para susurrar... Quien se limite a leer lo escrito pierde la mitad del mensaje... hay que dirigir la mirada a ese hueco que separa las líneas.

Últimamente no he tenido mucho tiempo para coser retales...

He dejado atrás muchos instantes, muchos lugares... en definitiva, muchos "yo toledanos". Siento que no soy la misma que partió hacia allá hace un tiempo, para bien o para mal. Las calles de esa ciudad, las horas descubriendo rincones y el entresijo de relaciones con algunas personas que habitan aquella ciudad forman hoy parte de mí.

Ahora he vuelto donde nací, a hacer un alto en el camino y me tengo que acomodar de nuevo a este rincón del mundo. Como dice ese viejo proverbio senegalés: "Cuando no sepas adónde vas, párate y mira de donde vienes".

De todas formas soy de esas que no le gusta llevarse sorpresas con las caras de la gente que quiere. Me gusta que mi retorno a los lugares habitados sea frecuente, descubriendo brillos pero no demasiadas arrugas... prefiero participar en los surcos que cruzan nuestros rostros como fruto de una sonora carcajada.

Cierto es que soy de las que piensan que con las personas más especiales que me he cruzado en la vida no necesito mucho contacto para que cada encuentro o tropiezo nos demuestre que todo lo que nos une permanece.