Mmmm, no puedo evitarlo. Creo que lo hago casi inconscientemente. Cazuela que veo, cazuela que destapo.
En algunas ocasiones recibo broncas... "puedes estropear el ritmo de cocción, ten paciencia".
Precisamente eso es lo que me falta. Quiero olerlo, quiero verlo, y tiene que ser ya.
La impaciencia por descubrir los aromas que esconden cada uno de los pucheros de la vida.... siempre me persigue. Aunque es cierto que eso puede cambiar el ritmo de las cosas.
Curiosear, descubrir. Ya. Husmear, conocer. Impaciente y con prisa.
Aunque la espera sume gracia a lo que se está cocinando.
Soy de las que se queman el hocico.
Demasiadas ganas de saborear como para mantenerme en espera.
martes, 8 de junio de 2010
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Es un sintoma de edad, de poca edad. Creo yo que puede ser eso. Después el tiempo se reblandece y las prisas se hacen más transparentes. Sospecho, y el tema es escabroso, que si se llega a la muerte de viejo y despacito, puede que se convierta en un instante de prisa, tan límpido, que no exista.
ResponderEliminarYa sabes, pasaba por aquí y aunque luce el sol (aquí) me ha salido escribir algo.
Una sonrisa... incluso... una risa.
Mmm, cierto es que soy una niña, pese a que el pasado 13 estrenara edad... pero....... ¿y no crees que es una forma de ser? Porque Papa-Morsius tiene 30 años más que yo y recibe las mismas broncas por destapar pucheros... y quemarse el hocico!!!
ResponderEliminarDisfruta del sol. Yo me estoy quedando afónica de tanto llamarle.
Una sonrisa gris para ti!