martes, 30 de marzo de 2010

Ring-riiiiiiiing!

Un día cualquiera, no importa en qué instante... suena la melodía de una cabina telefónica en la calle. Podría ser el inicio de una truculenta novela, pero es algo que ocurre a diario en nuestras vidas. Cuando esto sucede hay dos tipos de personas. Las que cojen, sin dudar, el teléfono. Aventurándose. Dejando hueco a la improvisación. Y las que pasan de largo, sin prestarse a sobresaltos.

En muchas ocasiones nos quejamos u oímos quejarse a la gente de la falta de sorpresas de su día a día... Otras veces oigo que para vivir más plenamente o de forma más rica y loca... viajan.
¿No creeis que la sal de la vida se encuentra a nuestro alcance, estemos donde estemos? Me da la sensación de que los que se quejan de sus grises vidas... son precisamente los que se niegan a darlas color. Y aquellos que precisan poner kilómetros de distancia para ser felices descubriendo cosas... cierran los ojos y las ganas de descubrir cosas cuando están en rutina.

Os lanzo una sugerencia: cambiad el prisma con el que miráis a vuestro alrededor
Responded a la llamada de lo inesperado.



5 comentarios:

  1. Muy interesante la reflexión que haces Zoe. Opino lo mismo que tú. Aquél que no es capaz de ver lo extraordinario que hay en la cotidianidad, difícilmente tendrá capacidad para descubrir la magia en otro escenario, desconocido.

    El viajar se ha convertido para muchos en un bien de consumo, más que en un elemento que propicie el enriquecimiento, el conocimiento de otras culturas y de otros modos de vida.

    Sabes que me gusta viajar mucho, después de mucho tiempo me he dado cuenta de que en el fondo en cualquier rincón te encuentras con lo mismo, y que la magia que vemos en los lugares o en las gentes no es más que un “constructo” dónde la paleta de colores y la música la ponen la mirada que observa.

    No sé si has leído a Julio Cortázar en Rayuela, y a Juan José Millas en, Primavera de luto y otros cuentos, también te recomendaría, te llamaré Viernes de Almudena Grandes son especialistas en eso de proyectar mundos en las pequeñas cosas de todos los días.
    Buenas vacaciones!.
    Klepsidra 7

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  2. Muchas gracias por las sugerencias, Klepsidra. Me encantará sumergirme en esos libros en busca de guiños a la cotidaneidad...
    Felices vacaciones!!

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  3. Voy a rozar, con intención, desde esta sorpresa a la de dentro de cuatro días... o, más que rozar, me voy a dar de bruces. Precisamente creo que el quid de la cuestión está en la palabra "intención". Dice RAE (gran amigo) Determinación de la voluntad en orden a un fin.
    Pero qué fin... el que pone la voluntad del que roza o el que pone la mente del rozado. Creo que se construyen mundos enteros y a menudo, por no decir casi siempre, muy diferentes en las cabezas de dos personas que se rozan. Claro que esto nos lleva a lo de la soledad...
    Respecto al tema de hoy, ring-riiiiing, además de lo que dice Clepsidra, muchos cuentos acaban indicando que hacemos grandes recorridos para acabar encontrando, a la vuelta, bajo la silla, lo que buscábamos. Te recomiendo "Fluir" de Mihaly Csikszentmihalyi (lease todo junto mijáliciscenmijáli... queda muy bien), donde se habla, entre otras cosas, de un tipo de gente que es capaz de disfrutar de su rutina de apretar 2000 tuercas cada día... o algo así.
    Un abrazo, una sonrisa y un roce.

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  4. pasaba por aquí, tenía esto a mano y… me cuadra escribirlo…

    “…pues podréis recorrer la tierra entera, pero tendréis que volver a vosotros mismos.”
    La libertad primera y última.
    J Krishnamurti. ED. Kairós. P 32.

    …en su contexto encaja pero es largo (y sorprendente) el párrafo…

    adiós…

    como siempre
    una sonrisa

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  5. me encanta que pases por aquí, lo sabes ¿no?
    y no digas adiós... no me gusta esa palabra, prefiero eso de "una sonrisa" ;)

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